Quisiera tener todo, y a la vez no tener nada, no puedo cambiar el mundo, ni siquiera hacer una pequeña diferencia en su rumbo.
Veo luces que me marean, escucho música y no comprendo la letra, la comida a perdido el sazón y el vino tinto su color.
De nada sirve subir a una montaña y ayunar, sufrir de frío y enfermedad, abajo seguirán las guerras, nada cambiará jamás.
He dejado de esperar, solía mirar al cielo y la esperanza me daba aliento ahora ni quiera estoy segura si vive alguien allá.
Somos ciencia miserable, riqueza, belleza, deportes, bailes, y todo eso de qué vale, cuando la luz se apaga, no queda nadie.
Ana E. Hinojosa
Espìritu de escritor, alma de poeta.