Cuando veo a una persona de edad avanzada me causan ternura sus arrugas y su pelo blanco, al verlos no puedo saber si en su juventud fueron buenas o malas personas, lo unico que veo es a una persona que a vivido lo doble que yo y merece mi respeto y admiración.
He visto el gran efecto de amor que causan los bebés, es casi inevitable que los acaricien y besen porque un bebé no ha hecho ningún mal, no solo por tiernos y adorables les llaman ángeles, creo que es porque el hombre a pesar que es él quien causa tanta maldad siempre aprecia los vestigios de bondad que puede encontrar en su camino.
Cuando escucho en las noticias que un hombre abusó de un menor, no puedo evitar este sentimiento de coraje, pero no es contra el hombre que lo cometió es contra su acto detestable, porque si al mismo hombre lo veo caminando en la calle no tendré ningún mal sentimiento contra él porque no conozco sus actos; en sí lo que odiamos son los malos actos no a las personas que los cometen, porque los hombres estamos hechos para amarnos unos a los otros no para matarnos entre nosotros mismos.
De dónde viene entonces el impulso de cometer actos tan siniestros como abusar de menores, matar de manera indiscriminada, que hijos maten padres, que padres maten hijos, qué pasa por la cabeza de esas personas mientras llevan acabo semejantes actos aberrantes.
No puedo estar segura de nada, solo puedo decir por lo que he visto en mi corta vida, creo que es una suma de Intolerancia, falta de conocimiento, falta de empatia, exceso de soberbia, escasa espiritualidad, desórdenes mentales, falta de control de las emociones de criterio y hambre de poder; Ingredientes que causan grandes desgracias.
Entonces creo que deberíamos trabajar en promover esos mismos valores en nuestros hogares para no lanzar a la sociedad individuos que pudiesen cometer actos de maldad.
Porque es en los hogares donde se educa y se imparten los valores, si no queremos una sociedad cada vez mas en decadencia debemos empezar por enseñar a los niños desde casa el respeto y amor por sus semejantes.
Ana E. Hinojosa
Espíritu de escritor, alma de poeta.